La confianza como activo estratégico en la era del escepticismo

En el complejo entorno empresarial del Perú, existe un factor que, aunque intangible, determina el éxito o fracaso de las estrategias más brillantes: la confianza. Operamos en un contexto de escepticismo por defecto, donde una parte significativa de la población asume que siempre hay una "letra oculta" en las acciones de las empresas y sus líderes. Esta desconfianza estructural no es un simple matiz cultural; es una variable económica. Representa una fricción constante que eleva los costos de transacción, ralentiza la ejecución de proyectos y mina la lealtad tanto de clientes como de colaboradores.

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Ignorar esta realidad es un error estratégico. El costo de la desconfianza se manifiesta en la necesidad de una mayor supervisión, en ciclos de negociación más largos y en una constante batalla por la retención del talento. Por el contrario, el Retorno de Inversión (ROI) de la confianza es inmenso y directo. Cuando la confianza es alta, las alianzas son más sólidas, los equipos se sienten seguros para innovar y la lealtad del cliente actúa como un escudo reputacional en tiempos de crisis. En un mercado con escasez de talento y alta competencia, la confianza deja de ser una virtud blanda para convertirse en el activo estratégico más valioso de una organización.

La brecha de coherencia en el liderazgo

La causa fundamental de la desconfianza no reside en grandes escándalos, sino en la erosión diaria causada por la inconsistencia entre lo que las organizaciones declaran como prioridad y las acciones que realmente ejecutan. Esta brecha de coherencia es el principal destructor de la credibilidad. Nuestra experiencia en el panorama corporativo peruano nos permite identificar tres frentes clave donde esta incoherencia es más palpable:

  1. Sostenibilidad: Existe una desconexión recurrente entre el discurso de compromiso con la sostenibilidad y la realidad de la gobernanza corporativa. Con frecuencia, el liderazgo formal sobre temas de exigencia de sostenibilidad (ESG) aún no es una prioridad tangible en la alta dirección, lo que debilita la ejecución de la estrategia y envía un mensaje de que, en el fondo, no es tan importante.
  2. Diversidad: Se observa un claro anhelo social por un mayor liderazgo femenino, pero la representación en cargos directivos sigue siendo notablemente baja. La narrativa de inclusión a menudo no se corresponde con acciones contundentes y medibles que cierren esta brecha, generando escepticismo sobre el compromiso real de la organización.
  3. Cultura Interna: Se evidencia una diferencia de percepción significativa entre los líderes senior y el talento joven. Mientras los primeros a menudo no identifican grandes desafíos generacionales, los segundos demandan con urgencia una comunicación, flexibilidad y un propósito que no siempre encuentran, creando una sensación de desconexión entre el discurso de "unidad" y la experiencia diaria.

El framework de acción - cómo construir un liderazgo que genere confianza

Reconstruir la confianza en un entorno escéptico requiere un enfoque deliberado y sistemático. No se trata de campañas de comunicación, sino de un rediseño del ejercicio del liderazgo basado en tres principios accionables:

  1. Principio de Coherencia: La confianza nace de la predictibilidad. Para cerrar la brecha "decir-hacer", las prioridades estratégicas deben reflejarse en la estructura de poder y en los incentivos. Esto implica acciones concretas como vincular una porción de la compensación variable de los ejecutivos a la consecución de métricas claras en ESG, y comunicar tanto los avances como los retrocesos con total transparencia.
  2. Principio de Liderazgo Visible y Cercano: En el Perú, la legitimidad de un líder no emana solo de su cargo, sino de su conexión personal. Los CEOs y directivos deben ser visibles, accesibles y demostrar una empatía genuina. Esto significa "pisar la calle", escuchar las preocupaciones de sus equipos y clientes de primera mano y comunicar con una vulnerabilidad que desarme el escepticismo.
  3. Principio de Empoderamiento Participativo: El mayor déficit del management peruano es el estilo participativo. Un líder que no empodera y que centraliza las decisiones envía un mensaje de desconfianza a su equipo. El acto de delegar con autonomía, fomentar la co-creación y valorar activamente las opiniones disidentes es la máxima expresión de confianza que un líder puede ofrecer, y es solo al darla que se puede esperar recibirla a cambio.

 

En la era del escepticismo, el mercado peruano no concede su confianza: exige líderes capaces de cultivarla y sostenerla con coherencia, visión y acción. Lograrlo no es cuestión de suerte, sino de estrategia. Amrop posee mecanismos que ayuda a las organizaciones a identificar, desarrollar y fortalecer liderazgos que inspiran credibilidad y generan resultados sostenibles. Porque el futuro no pertenecerá a quienes solo diseñen planes brillantes, sino a quienes, respaldados por una base de confianza inquebrantable, puedan ejecutarlos con agilidad, convicción y el compromiso real de su gente.



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